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La conducción de agua a la Augusta Emerita romana, actualmente conocida como Mérida, fue una obra de ingeniería extraordinaria que permitió abastecer de agua a la próspera ciudad romana que se encontraba en la región de Extremadura, en la península ibérica. Este sistema de conducción de agua, conocido como Acueducto de los Milagros, es uno de los vestigios más impresionantes que se conservan de la antigua Augusta Emerita.

La construcción del Acueducto de los Milagros se llevó a cabo en el siglo I d.C. durante la época del emperador Augusto, quien promovió la realización de obras públicas en distintas provincias del imperio romano. El acueducto tenía como objetivo principal abastecer de agua potable a la ciudad de Mérida, que en aquel entonces contaba con una población importante y una gran actividad económica y cultural.

La magnitud de esta obra de ingeniería es impresionante, ya que el acueducto tiene una longitud de más de 800 metros y una altura máxima de 25 metros. Está compuesto por una serie de arcos de medio punto construidos con grandes bloques de granito, que se apoyan sobre grandes pilares de sillería. Estos arcos permitían que el agua fluyera desde una fuente situada en lo alto de la ciudad hasta los depósitos de agua que se encontraban en la parte baja.

El Acueducto de los Milagros destacaba por su eficiencia y por la calidad de la construcción, que ha permitido que se conserve en buen estado a lo largo de los siglos. Además de abastecer de agua a la ciudad, el acueducto también tenía una función estética y simbólica, ya que se erigía como un monumento imponente que mostraba la grandeza y la capacidad de los romanos para realizar obras de ingeniería de gran envergadura.

Hoy en día, el Acueducto de los Milagros es uno de los principales atractivos turísticos de Mérida y ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Los visitantes pueden recorrer sus arcos y admirar la magnificencia de esta obra de ingeniería romana, que sigue impresionando por su grandiosidad y por su estado de conservación. La conducción de agua a la Augusta Emerita romana es un testimonio de la capacidad y el ingenio de los romanos para construir infraestructuras que perduraran en el tiempo y que siguen asombrando a las generaciones actuales.