$275.37 fue lo que cobró el agente encubierto Alejandro González Malavé después de conducir a la muerte a los jóvenes independentistas, Arnaldo Darío Rosado y Carlos Soto Arriví, al Cerro Maravilla.
González Malavé, quien aquel 25 de julio de 1978 condujo a Rosado y a Soto Arriví hasta el área de Toro Negro en Villalba, bajo el alegado entendido de que iban a sabotear unas torres de antenas. A su llegada Rosado y Soto Arriví fueron emboscados por policías y asesinados de rodillas. “Recibí de S-7 (agente contacto) la cantidad de $245 por concepto de mi paga correspondiente a la primera quincena del mes de agosto de 1978”, detalla un recibo firmado a puño y letra por “El Fraile”. En el recibo de la paga correspondiente a la segunda quincena de julio de 1978, la cantidad que recibió González Malavé, aparece en blanco. Sin embargo, el talonario que acompaña el recibo, dice que la paga neta fue de $275.37. Miles de documentos y memorandos confidenciales de la desaparecida División de Inteligencia de la Policía, algunos con nombres tachados, muestran el doloroso carpeteo y la persecución que sufrieron miles de puertorriqueños.
González Malavé nació el 20 de mayo de 1957. De una familia pobre, se crió con sus padres y un hermano menor en la barriada Monacillos, en Río Piedras. Además de la Gabriela Mistral estudió en las escuelas Santiago Iglesias Pantín y Juan B. Heyke. Los policías que participaron en Maravilla alegaron que actuaron en defensa propia, pero en las vistas que realizó el Senado en 1982, bajo la batuta del abogado Héctor Rivera Cruz, se develó que los jóvenes fueron asesinados. Los policías fueron encontrados culpables a nivel local de asesinato y en el foro federal de perjurio. González Malavé fue acusado de secuestrar al chofer Julio Ortiz Molina, pero fue absuelto en febrero de 1986. En abril de ese mismo año fue asesinado a tiros en la marquesina de la residencia de su madre, en la urbanización Santa Juanita, en Bayamón. El caso nunca se esclareció. El abogado de El Fraile, alega que fue una víctima
Su abogado, Héctor Santiago, dice que González Malavé “también fue una víctima como los muchachos que murieron allá arriba” y que la Policía lo utilizó. “Alejandro me dijo a mí que estaba arrepentido”, sostuvo el abogado. Sin embargo, durante las vistas del Senado ni en ningún otro proceso público, González Malavé expresó arrepentimiento de los fatídicos sucesos.Fuente: Primera Hora