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Los últimos días de Juan Pablo II marcaron un momento crucial en la historia de la Iglesia Católica y del mundo entero. Juan Pablo II, también conocido como Karol Wojtyla, fue el Papa número 264 de la Iglesia Católica y uno de los líderes religiosos más influyentes del siglo XX.

Los últimos días de Juan Pablo II estuvieron marcados por su deterioro de salud, causado principalmente por la enfermedad de Parkinson y otros problemas de salud relacionados con la edad. A medida que su salud empeoraba, Juan Pablo II se debilitaba físicamente, pero su mente seguía lúcida y su fe inquebrantable.

A pesar de su debilidad física, Juan Pablo II siguió cumpliendo con sus responsabilidades como Papa hasta el final. Incluso en sus últimos días, recibió a visitantes, ofreció bendiciones desde su ventana y participó en la celebración de la Semana Santa.

El mundo entero siguió de cerca la evolución de la salud de Juan Pablo II y se unió en oración por su bienestar. Finalmente, el 2 de abril de 2005, Juan Pablo II falleció en su residencia papal en el Vaticano a la edad de 84 años.

Los funerales de Juan Pablo II fueron una muestra de la magnitud de su legado, con millones de personas de todo el mundo acudiendo a Roma para rendirle homenaje. Su funeral fue presidido por el cardenal Joseph Ratzinger, quien más tarde se convertiría en el Papa Benedicto XVI.

Los últimos días de Juan Pablo II dejaron un vacío en la Iglesia Católica y en el mundo en general. Su influencia perdura hasta el día de hoy, recordándonos su dedicación a la fe, su compromiso con la justicia social y su valentía para enfrentar los desafíos del mundo contemporáneo.

En resumen, los últimos días de Juan Pablo II fueron un momento trascendental en la historia reciente de la Iglesia Católica y del mundo en general. Su legado sigue vivo en los corazones de millones de personas que lo recuerdan como un líder espiritual excepcional y un defensor incansable de la paz y la justicia.