El Negrito Esta Loco Blog

Había una vez en un reino lejano una reina tan hermosa y radiante que nadie se atrevía a tocarla. Su belleza era tan deslumbrante que incluso los más valientes caballeros y las mujeres más bellas del reino se quedaban paralizados al verla.

La reina, consciente de su extraordinaria belleza, decidió declarar que nadie podía tocarla, ni siquiera su propio esposo, el rey. Cualquier intento de acercarse a ella era castigado severamente, y pronto se corrió la noticia por todo el reino de que la reina era intocable.

Pero un día, un joven campesino valiente y apuesto decidió desafiar la orden de la reina y se acercó a ella con valentía. La reina, sorprendida por la audacia del joven, intentó alejarlo, pero él persistió en su intento de tocarla.

Finalmente, el joven logró tocar a la reina, y en ese momento un destello de luz brillante los rodeó a ambos. La reina, abrumada por la emoción de ser tocada por primera vez en años, cerró los ojos y sintió una oleada de felicidad recorrer su cuerpo.

Sin embargo, la alegría duró poco, ya que la reina cayó desplomada al suelo, con una sonrisa en los labios. Los médicos del reino intentaron salvarla, pero pronto se dieron cuenta de que la reina había muerto porque nadie podía tocarla.

El rey, desconsolado por la pérdida de su amada reina, decretó un luto oficial en todo el reino y nunca más permitió que nadie volviera a declararse intocable. La historia de la reina que murió porque nadie podía tocarla se convirtió en una leyenda que se transmitió de generación en generación, recordando a todos que la belleza y el amor no deben ser restringidos ni encerrados.

Y así, la reina que fue conocida como la más hermosa de todas, encontró su final trágico debido a su propia vanidad y la prohibición de ser tocada. Una lección que quedó grabada en la memoria de todos los habitantes del reino, recordándoles que la verdadera belleza reside en el corazón y no en la apariencia exterior.