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En el siglo XVI, el Imperio español era la potencia dominante en Europa y en el mundo. Sin embargo, su poderío despertó envidia y miedo en otras potencias, especialmente en Inglaterra. Ante esta situación, la reina Isabel I de Inglaterra elaboró un plan para humillar a España y acabar con su imperio.

La propuesta para humillar a España consistía en debilitar su economía y su poder naval, dos de las principales fortalezas del imperio español. Para lograrlo, Isabel I ordenó a sus corsarios y piratas atacar las flotas de barcos españoles que transportaban tesoros desde las colonias de América a España. Estos ataques no solo causaron graves pérdidas económicas a España, sino que también minaron su prestigio como potencia marítima.

Además, Isabel I apoyó a los rebeldes holandeses que luchaban por independizarse de España, convirtiéndose en su principal aliada en Europa. Esta estrategia contribuyó a desviar la atención y los recursos españoles hacia la guerra en los Países Bajos, debilitando así su capacidad para mantener su vasto imperio.

Otro aspecto importante de la propuesta para humillar a España fue la participación de Inglaterra en la Armada Invencible. En 1588, el rey Felipe II de España envió una gran flota de barcos para invadir Inglaterra y derrocar a la reina Isabel I. Sin embargo, gracias a la astucia y la valentía de la armada inglesa, la Armada Invencible fue derrotada, infligiendo una humillante derrota a España y demostrando la superioridad naval de Inglaterra.

En resumen, la propuesta para humillar a España fue un plan elaborado por Isabel I de Inglaterra para debilitar y acabar con el poder del Imperio español. Gracias a una combinación de ataques a las rutas comerciales, apoyo a los rebeldes holandeses y la derrota de la Armada Invencible, Inglaterra logró su objetivo de humillar a España y consolidar su propia posición como potencia dominante en Europa.