3 paradojas del poder según la filosofía de “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo | por Christopher Jacob | ago, 2023
La obra magna de Nicolás Maquiavelo, “El Príncipe”, se erige como una influyente piedra angular de la filosofía política, suscitando tanto reverencia como polémica desde su aparición en 1532. Este tratado se embarca en una investigación sobre la esencia del poder político y prescribe estratagemas para que los gobernantes mantengan y fortifiquen su dominio.
Notablemente, la postura filosófica de Maquiavelo en “El Príncipe” sigue siendo un tema de ferviente discurso debido a su desafío a los preceptos morales y éticos convencionales. En esta exposición erudita, nos embarcamos en un viaje intelectual para explorar los fundamentos filosóficos de “El Príncipe”, desentrañando las paradojas inherentes y la pertinencia perdurable que envuelven las cogitaciones de Maquiavelo.
El realismo amoral de la política de Maquiavelo representa un alejamiento fundamental de los marcos morales imperantes en su época. Un elemento central de su filosofía es la insistencia en una separación tajante entre política y moral. A diferencia de los pensadores políticos tradicionales, que a menudo abogaban por que los gobernantes encarnaran una conducta virtuosa y ética, Maquiavelo adopta un enfoque pragmático y consecuencialista. Sostiene que los líderes políticos deben priorizar la preservación y la expansión de su poder por encima de todo lo demás, aunque ello signifique hacer caso omiso de los principios éticos convencionales.
“Si hay que hacer un daño a un hombre, debe ser tan grave que no haya que temer su venganza” (Maquiavelo 1532).
En opinión de Maquiavelo, la búsqueda del poder y la estabilidad en el ámbito de la política requiere la voluntad de emplear cualquier medio disponible, independientemente de su naturaleza virtuosa o despiadada. Sostiene que los gobernantes deben ser astutos en el arte del arte de gobernar, capaces de adaptar sus estrategias a las exigencias del panorama político. El énfasis se pone en la practicidad y la eficacia más que en la adhesión a ideales morales abstractos. Esta noción está encapsulada por el conocido aforismo de que “el fin justifica los medios”, lo que sugiere que los resultados finales de las acciones políticas son lo que verdaderamente importa, haciendo que las consideraciones éticas sean subsidiarias frente a la consecución de los resultados deseables.